Por la tarde, fueron a visitar al obispo, con el que casualmente se habían encontrado y saludaron en el hostal el día del aterrizaje.
Hacia los quince años Martín era un muchacho tímido en exceso y con una muy baja autoestima. Perder un año en los estudios secundarios le había llevado a profundizar este concepto negativo de sí. Ante la alternativa de pasar el resto de sus días lijando en un taller de carrocería, decidió seguir estudiando. Sin embargo, la vida no le ofrecía mayores estímulos ni expectativas. Un año después —en el futuro vería esta oportunidad como providencial— una invitación le llevó a formar parte de un grupo de jóvenes que se planteaban la vida en serio.
Ya habían pasado casi quince años desde que, en plena adolescencia, por su participación en aquellos grupos juveniles, había conocido un estilo distinto de Iglesia y había tenido una hermosa experiencia de autoconocimiento, autoestima y crecimiento. Fueron años de ensanchar pulmones, de abrir los ojos y la mente, de caminar y comprometerse, de despertar a la realidad y sus zonas oscuras y luminosas, años de pensar en el futuro, en la libertad, en la liberación, en la felicidad…
Su bondad natural, reflejo de los valores vividos en su familia, su inclinación a lo positivo y esta experiencia de crecimiento, despertaron en él deseos de entrega y compromiso. No faltó quien le insinuara, apenas saliendo de la adolescencia, la posibilidad de un día poder ser sacerdote. El estupor y el rechazo fueron espontáneos. Pero llegó la propuesta formal, y ésta no fue de su agrado. No sentía que había nacido para eso. Otros compañeros de la escuela habían querido ir con los frailes cuando éstos venían a ofrecer su vocación, adornada con las hermosas instalaciones y condiciones de su seminario menor y la tentación de en el futuro poder viajar a tierras lejanas. A él no le despertó ninguna inclinación. Ahora, en la edad juvenil, con actitud negativa y con la invitación hecha, con ánimo de alejar semejante opción, diría que habría que ir viendo, que todavía era muy pronto, que le gustaría terminar su recién iniciada carrera docente… Cualquier pretexto era bueno. Sin embargo, el tiempo y la presión grupal le obligarían a tomar postura. Debido a distintas circunstancias de la vida, pudo posponer la decisión hasta poco antes de este salto al continente americano.
____________________________
Comentarios
Publicar un comentario